http://www.youtube.com/watch?v=paFwJBZxAsc
En 1948, el meridión coreano hablaba en inglés y se devaneaba entre contoneos de Fred Astaire y las bocanadas Lucky Strike de Humphrey Bogart. Mientras tanto, el tajo norte de la península comenzaba a hablar ruso con acento nuclear.
Más al occidente, los Juegos Olímpicos de Londres
reactivaban el funcionamiento de un pequeño estadio llamado Champion Hill,
ubicado en el East Dulwich. Ese distrito del sur londinense todavía olía a
pólvora de los descomunales V1 y V2, cortesía del Blitz alemán pocos años antes.
Alrededor de las seis y media de la tarde,
surcoreanos y mexicanos emergieron de los túneles de Champion Hill. El
escuadrón asiático le encajó cinco goles al representativo olímpico de México.
Mientras -en algún lugar de la riviera de Acapulco- María Félix levantaba una
ceja en signo reprobatorio, el portero suplente de los goleados se apretaba los
puños desde la banca. Tenía 19 años. Se llamaba Antonio. “La Tota”, para los
amigos.
Cincuenta años después, en el corazón de la
región del Ródano y los Alpes, un ejemplar veracruzano que jugaba para el
Necaxa se sacó un doblete del bombín y destartaló al combustible coreano. Se
llamaba Luis. Era 1998 y México debutaba en el Mundial francés, mientras Bruce
Willis y Ben Affleck salvaban al planeta de un asteroide del tamaño de Texas.
El colectivo del Piojo abre la víspera rumbo a la
Copa del Mundo en el legendario terruño del Álamo. México contra Corea del Sur.
Miércoles 29. Alamodome, San Antonio.